miércoles, 31 de julio de 2019

5.2. Un ensayo de pensamiento en clave relacional - con resaltados (versión 2019)


Un ensayo de pensamiento en clave relacional


                                                                                                     Por lo tanto ¡la verdad es una relación!
                                                                                                                                                             Papa Francisco


                No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me rodea con su fulgor.
                 No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la Unidad me arrebata de nuevo...”
                                                                                                                                             San Gregorio de Nacianzo


   En 1960 Karl Rahner escribió un artículo titulado “Advertencias sobre el tratado De Trinitate” que causó gran conmoción, pues denunciaba que:
   “...los cristianos, a pesar de que hacen profesión de fe ortodoxa en la Trinidad, en la realización religiosa de su existencia son casi exclusivamente «monoteístas». Podemos, por tanto, aventurar la conjetura de que si tuviéramos que eliminar un día la doctrina de la Trinidad por haber descubierto que era falsa, la mayor parte de la literatura religiosa quedaría casi inalterada”.[1]
   En este contexto, Rahner propone su famoso “axioma fundamental”, que tenía como intención subsanar esta incoherencia, insertando el misterio de la Trinidad de modo realmente existencial en la fe y en la vida cristianas. Y –más allá de las críticas que ha recibido la formulación de ese axioma fundamental sus comentaristas y críticos coinciden en reconocerle a Rahner el mérito de haber llamado la atención sobre esta gravísima carencia.[2]
    Ya han pasado más de 50 años desde aquel artículo de Rahner y, si bien “la teología católica de la Trinidad conoce una renovación en nuestro tiempo”, después de “muchos años, casi siglos” en que “la doctrina de la Trinidad no tenía en la teología el papel central que le corresponde”;[3] no obstante, todavía queda mucho por avanzar en la conciencia y en la vivencia del misterio de la Trinidad divina y de todas sus consecuencias para la vida concreta, incluido el ámbito del pensar y del saber.
   A la luz de lo dicho, este artículo no es otra cosa que una serie de variaciones sobre un tema principal: la comunión es unidad en la diversidad. Y la finalidad es –simplemente– sensibilizar al lector sobre este tema, y estimular su pensamiento y su creatividad en relación con él.
   Dudé en poner algunas ideas, que finalmente propongo en el texto, aunque están “a medio pensar”. Lo que me motivó a ello, fue que este mismo artículo muestra que siempre estamos en camino; o, como decía Borges: “no puede haber sino borradores. El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio”.[4] Y, quizás, si Borges hubiera tenido la oportunidad de ver un mayor pluralismo en teología, hubiera dejado sólo la última opción.
   En este artículo comienzo presentando brevemente el “modelo de comunión” en su fuente viva y suprema: la Trinidad divina. Luego expongo algunas de las repercusiones que este modelo de comunión tiene para el hombre y la sociedad, proponiendo que el ser humano es “sujeto relacional”, creado a imagen de las Personas Divinas, cada una de las cuales es “relación subsistente”. Y arriesgo que –quizás– este mismo concepto de relación subsistente pueda ser aplicado al ser humano. Y finalmente hago algunas sugerencias respecto de cómo se puede aplicar este modelo de comunión al ámbito del pensar, del saber y de las ciencias.
   En ese contexto analizaremos el “corrimiento” hacia un nuevo equilibrio, que el Papa Francisco propone –también– para el tema de la verdad.


1. Reflexión sobre la Comunión Trinitaria.

   A los seres humanos, a veces, nos cuesta compartir. Y la experiencia nos demuestra que vivir encerrados en nosotros mismos –sin compartir nuestra vida y nuestros bienes– nos conduce a un