jueves, 10 de mayo de 2018
Tarea para la próxima clase
Como hoy no hemos podido tener clase, vayan leyendo el artículo de López Quintás que figura en la entrada anterior, y que trabajaaremos por grupos en nuestra próxima clase.
Artículo de A. López Quintás: EL CARÁCTER RELACIONAL DE LA CREATIVIDAD HUMANA
RESUMEN
El presente artículo explora de forma sistemática los elementos
concernientes al proceso y al carácter relacional de la creatividad humana a
través de sus diferentes campos, y a la vez explica los vínculos generados
entre la obra, el creador y el entorno. Dichos nexos son como medios garantes
de la armonía estética en la preservación de la vida, frente al egoísmo y la
barbarie. Es por este motivo que se analizan aspectos sobre el carácter
relacional de la condición humana y la infinidad de espectros que esta asimila
y recrea desde lo más hondo de su raíz por cuanto es “un ser de encuentro”. El
artículo enfatiza la necesidad de fundar una unidad entre el hombre y su
entorno, unidad que es básica para una auténtica cultura. La obra de arte y
toda creación humana deben expresar relación y proporción, y en ese sentido
manifestarán y anunciarán el triunfo de la vida.
INTRODUCCIÓN
A los siete años de terminar la Segunda Guerra Mundial
visité Alemania por primera vez. Al bajar del tren en Colonia, pude ver la
inmensa mole de la catedral gótica presidiendo, como una vieja dama enlutada,
un mundo en ruinas. Y pensé cómo se explica que la Europa de la gran cultura se
haya desgarrado tan ferozmente a sí misma. Ésa era la Europa de Bach y
Beethoven, de Miguel Ángel y Rafael. ¿No se había dicho siempre que la cultura
eleva nuestro espíritu, nos forma, nos hace crecer como personas?
Ante un espectáculo semejante, producido por la
primera hecatombe mundial, un genial maestro de escuela austríaco, Ferdinand
Ebner, nos hizo ver, en 1921, que la causa del desmoronamiento de la culta
Europa había sido convertir la “vida
cultural” en un mero “soñar con el
espíritu”.[1]
La verdadera
cultura implica creación de vínculos, fundación de unidad entre el hombre y
su entorno. Soñar con el espíritu es
poner en juego nuestras potencias espirituales para conseguir dos metas muy
atractivas: realizar experiencias conmovedoras por su belleza y acrecentar el
conocimiento a fin de adquirir un inmenso poderío sobre la realidad. Pero todo
ello sin comprometer nuestra persona con la de los demás. En su obra clave: La palabra y las realidades espirituales
–origen y fuente de buena parte de la Antropología filosófica contemporánea–,
Ebner destacó que la vida espiritual auténtica comienza cuando se pronuncia la
palabra recta, y esta palabra es la que pronuncia el amor y sirve de vehículo
al encuentro humano en todos los órdenes.[2]
Debemos recordar que la cultura es esencial a la vida
del hombre, porque éste no vive empastado en el entorno, ya que a cada estímulo
puede dar diversas respuestas. Ese distanciamiento le permite y le exige crear
con las realidades del entorno diversos modos de unidad y de relación. Todo el
universo se asienta en relaciones y vive, por tanto, en unidad.
Sólo el ser humano debe, además de mantenerse en
unidad con el entorno, crear modos nuevos de unidad. Esa actividad creadora es
el origen de la cultura auténtica. Si nos damos cuenta de todo esto y sacamos
las consecuencias pertinentes –pensaba Ebner–, suscitaremos una “revolución cultural” tan fecunda que
dará lugar a una nueva forma de Humanismo, capaz de superar los mayores
conflictos.[3]
La importancia decisiva de la categoría de relación
Vale la pena estudiar a
fondo esta sugerencia de Ebner. Lo decisivo en la cultura no es producir obras
de arte, de literatura, de ingeniería o de alta filosofía que nos permitan
vivir experiencias de
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